Esta mañana, realizábamos un acto en apoyo a nuestra compañera Laura Luelmo y su familia, sin sospechar que el trágico desenlace de esta historia se encontraba tan cerca. Por eso, además de con las imágenes de dicho acto en el que todavía brillaba un atisbo de esperanza, queremos quedarnos con el recuerdo...
El recuerdo de su primer día en nuestro centro, lleno de presentaciones, nervios, nombres por aprender y sobre todo, mucha ilusión por una etapa que comenzaba. También el recuerdo de su profesionalidad, de cómo en apenas unas horas se ganó el cariño y el respeto de su alumnado, además del aprecio de sus compañeros y compañeras. Y en definitiva, el recuerdo de alguien que, en muy poco tiempo, supo demostrar ser una extraordinaria docente y una bellísima persona... aunque claro, una cosa y la otra van necesariamente unidas.
Tantas clases por dar, tantos cuadernos por corregir, tantos desayunos por tomar aprisa y corriendo en la cantina, tantos momentos por vivir en la sala de profesores, tanto cariño por recibir de sus alumnos... tantas cosas que se han visto truncadas de manera terrible, injusta, causando un daño que ya nada podrá reparar.